viernes, 21 de agosto de 2015

La Gente está fatal: Las Cajeras



Cuando vamos a pagar en un supermercado todos esperamos encontrarnos con alguien amable, sonriente y por encima de todo: Eficiente.



Por desgracia me temo que todos hemos sido víctimas de cajeras que parecen que paguen por trabajar en vez de cobrar, que maltratan nuestra compra, que se desquitan arrojando la barra separadora, que exigen el dinero cuando ellas han escaneado  a cámara lenta, que no entienden de descuentos, ni de tarjetas y que además se la suda... Por todo ello y porque me apetece desquitarme he escrito el siguiente texto con 4 tipos de cajeras prototipo muy representativas de lo que me suelo encontrar.
Evidentemente, estos ejemplos son una parodia para reírnos un rato. Hay gente estupenda trabajando en los supermercados y entiendo perfectamente que ellas también deben aguantar carros y carretas por parte de los clientes.

En base a mi imaginación sumado a algunos comentarios que se escuchan mientras haces cola he deducido "por encimilla" sus vidas y esto es  lo que ha salido:


La Encarni: 




Encarnación, también conocida como “Encannnnni”, mujer de unos  50 años, un tipo de cuerpo feo: caderas anchas,  la barriga con el mismo diámetro que la cadera y las tetas caídas. Cara arrugada y maquillaje entre las arrugas, ojos perfilados, gafas finas con cordón dorado, pelo permanentado y decolorado rubio semi platino, labios rojizos pintados por fuera de los límites para aparentar que no tiene la típica boca de vieja sin conseguirlo del todo. Por supuesto, el maquillaje es anaranjado en un tono muy irreal y lleva hasta el escote ligeramente retocado.

Se sabe todas las teclas, todos los descuentos, tarjetas etc, pero no es muy rápida, se toma el trabajo con calma, en su mente aparecen las siguientes ideas: “Da igual a cuánta gente atienda, yo voy a cobrar lo mismo” y “A mí me da igual la cola que se forme, a las 8 termina mi turno”. Tiene por costumbre desquitarse reventando los yogures y se queda pensando en sus cosas mientras pasa los productos por el escáner sin apenas mirar.

Si se encuentra con algún problema te manda a información o a atención al cliente y si no, pues llama a la compañera en patines, pero siempre sin perder la compostura ni mostrarse mínimamente nerviosa o preocupada por la cola de carritos de 10 metros que le espera.
Encarni era la lista de la familia y triunfó colocándose de cajera en el PRYCA, fue la envidia de familiares y vecinas, por tener siempre un sueldo fijo y ganarse su dinerito, aunque también la criticaban por haberle endiñado los hijos a su madre: La Manuela, eternamente afectada de la cadera y otros dolores, pero Encarni sabía que tenía que trabajar porque Su Manolo no era muy espabilado y se pasaba más tiempo entre la cola del inem y el bar de la esquina que trabajando.

La Yoli: 


Yolanda o “La Yoli”, mujer de unos 24 años cuerpo con algo de sobrepeso especialmente en la tripa. Cara maquillada, pelo engominado, enlacado y "emporqueriado" con todos los productos que puede comprar con descuento de su supermercado. También usa tinte para ponerse el pelo algo más claro y unas mechas platino, porque el platino que no falte... Pero eso era antes, ahora casi blanco y lo justo de largo para hacerse el tupe con relleno.

Lleva mucho maquillaje, el pelo recogido y unos prominentes pendientes dorados (porque el dorado que no falte tampoco).

Se cree alguien porque de todas sus compañeras de clase es la única que está trabajando, sus amigas están intentando colocarse en alguna peluquería sin éxito y eso le hace sentirse superior, además, es una auténtica kinki, verdulera, choni, merdellona y como tal, se dedica a contar su vida sentimental a los cuatro vientos con su compañera, la de 4 cajas a la derecha.

Parece que no te mira, que incluso te desprecia, y en cuanto te des la vuelta no dudará en comentar con su compañera cualquier detalle del que se pueda reír.
Sus grandes frases son: “Ssinco con oshhenta y zei” o “¿Taeta dia?” o “¿Quiere una borrrsa?” o “ayyy, ehto sa vuerto loco, Maryyyy yo no sé, yo no ssé… ohú”.

La Loli:


La Loli, aparenta unos 50 aunque nadie lo sabe a ciencia cierta, aún vive con su madre que es la que le plancha el uniforme y la que consigue que se peine y se pinte un poco los labios para intentar disimular lo indisimulable. Su cara podría describirse como peculiar y/o Picassiana.

Lleva el pelo liso y medio muerto en su color natural que era castaño oscuro y ahora con canas y calvas. Le cuesta mantener la boca cerrada, no porque hable mucho sino por lo que podría ser un defecto en la mandíbula.

Todos especulan con el grado de deficiencia que tiene y con el dinero que desgravará el supermercado X por tenerla contratada.

Tiende a liarla, especialmente cuando tiene que aplicar algún descuento o meter códigos a mano por lo que los clientes fijos esquivan su caja. Entra en crisis cada vez que pide 10,40 y un cliente paga con un billete de 20 y monedas, jamás entenderá aquello de "Te doy 1 euro para el pico y así me das un billete de 10€". Y por supuesto, es la más leeeenta de todas.

La Bicho:


La Bichillo, de nombre Rocío o Rossssio, 1,49 metros y menos de 40 kilos, morenita de pelo y piel y mejor maquillada que todas las demás con bastante diferencia. Destaca por odiar a la humanidad en general  y al trabajo en particular.

La Bichillo que cuando pasa un tiempo comienza a ser llamada Bicho o Bicharraca creció con ínfulas de princesa, toda una vida de "Qué bonita es mi Rossio" han hecho de ella un ser egocentrista, narcisista y mala persona en general. Este hecho, ayudado por el físico de apariencia débil que despertó en todos sus allegados un profundo sentimiento de protección, la han convertido en la persona más perversa que haya conocido la humanidad disfrazada de princesita pequeña y "dulce" de sonrisa más falsa que un billete de 30€

Por supuesto, ella aspira a algo mejor, porque ser cajera le parece indigno... El mundo le ha parecido injusto desde que dejó el instituto, piensa que si hubiera justicia para todos en este mundo, La Loli estaría recluida muy lejos y ella ya se habría casado con un hombre apuesto, rico y sobre todas las cosas: calzonazos, para que la mantenga como ella merece. Pero mientras eso ocurre, si ella no es feliz nadie lo será... Y pagará sutilmente sus frustraciones creando hematomas a tus frutas y utilizará sus uñas perfectas para rasgar ligeramente los paquetes de harina, arroz, etc,  y que te des cuenta cuando llegues a casa.

Y ya para terminar unas perlas que he encontrado por Intelné:





martes, 11 de agosto de 2015

Top de excusas "no creíbles"/surrealistas para cancelar una quedada.

 

¿Cuantas veces a la hora de quedar con amigos y ""amigos"", nos hemos quedado con cara de besugo al horno del maskom del barrio semimarginal de la esquina, al escuchar, no sin cierto estupor, algunas de las excusas y paridas eléctricas más estultas y bizarras que la imaginación y creatividad pueden dar lugar? Ciertamente, el claro insulto a nuestra inteligencia nos deja en una tesitura ciertamente difícil a la hora de reaccionar. Nos debatimos entre liar la pajarraca gorda o guardar silencio resignándonos mientras por dentro rezamos todas las oraciones que sepamos en hebreo bíblico o en indoeuropeo (esta última reacción, más habitual si cabe, en orden a no quebrantar la armonía cósmica por el bien de nuestra salud psicofísica). 

Sea como fuere, he aquí algunas perlas que todo oído escuchó alguna vez, o bien, tuve que tragarme a palo sin anestesia ni edulcorante:

1. Estoy mal@ de la barriga/estómago.


No voy porque me he puesto mal@ sospechosamente de la barriga el mismo día de la quedada, es un clásico entre los clásicos. Efectivamente, todo puede pasar y resulte que se dé la probabilidad de 1 entre 100 que puedas enfermar. Pero claro... cuando ya pones la misma excusa veinticatorce mil millones de veces, las cosas empiezan a oler a eau d´avestruz. El dolor de barriga porque la cena o tal o cual comida me sentó fatal, está más visto que los cuentitos de la jirafa y un bueno... siempre en todo caso, una buena sal de frutas o un sobre de algo podrá remediar en algo la situación. ¿O no? Seguro que en más de una ocasión, cuando nos colaban tan poco creativa trolaca, pensábamos en el homenaje gastronómico que se pegarían en secreto a nuestra salud. 

2. Estoy mal@ de la cabeza... digo... me duele la cabeza.


Cuando no duele la barriga, tiene que doler otra cosa ¿No? El cuerpo humano tiene tantas partes, que por doler con tal no acudir a la cita, pueden doler las pestañas o si me apuras, el omoplato. Nada que una buena aspirina no solucione, pero claro... El dolor tiene que ser a lo bestia para dar más pena. Cuando ocurran las cosas, que ocurran a lo grande. Así que de una simple jaquequilla, lo exageramos a la enésima potencia a nivel de migrañaza galopante, para que el impacto sea mayor y encima tengas que desear mejorías. En general, los dolores de extremidades del cuerpo humano desde la tibia, pasando por el peroné, el esternón y la glotis son algunas de las excusas más habituales de este top.  

3. No tengo dinero.


Pero hay para ir a Japón o para cualquier rincón remoto del ancho y largo mundo, y si me apuras, para visitar algún planeta del sistema solar ¿No? Hay para ir a restaurantes carérrimos, de esos de #postureo que por una lechuga pasada por la centrifugadora, pagas veinticatorce euros y sales con más hambre de la que entraste con monedillas de cobre por doquier porque masmola ¿No? Hay para comprarse la última equipación del barça con el logotipo de la herida de nike o para el último iphone con el cual podrás calentar la leche, depilarte, etc. Pero para tomar una mísera aguasucia en el bar de viejos de la esquina de los que juegan al dómino, por un mísero leuro no. ¿Verdad? A otro perro con ese hueso.

4. Tengo un examen/hacer un trabajo.


Ciertamente, no hay lugar a dudas cuando se tratan de meses fatídicos como Febrero, Junio o Septiembre, que los exámenes constituyen una buena razón para no poder quedar para fastidio de los estudiantes que quieren librarse de semejante tortura para precisamente hacer eso... quedar, hacer mil cosas, etc... Pero el asunto se torna incierto cuando se sacan a colación parciales sospechosos a destiempo. Especialmente, cuando el que establece la excusa, sube fotos por Facebook o cualquier otra red social pasándoselo como si no existiera el mañana. Seguro que pensaremos que el examen de chuminadas con arcillas debe llevarlo de matrícula de honor "cum laude".

5. Comida familiar.     


En esta excusa no solo entra la comida sino de cuestiones familiares en general. Desde la comida familiar propiamente dicha hasta ir al campo de mi abuela porque hay que coger aceitunas (verídico). Y es que claro... la familia siempre es una buena excusa para escaquearse como causa de fuerza mayor extrínseca a la voluntad de  uno mismo. Lo malo es cuando se utiliza dicha razón según convenga. 

TO BE CONTINUED....


Damos comienzo a esta nueva aventura!