Cuando vamos a pagar en un supermercado todos esperamos
encontrarnos con alguien amable, sonriente y por encima de todo: Eficiente.
Por desgracia me temo que todos hemos sido víctimas de
cajeras que parecen que paguen por trabajar en vez de cobrar, que maltratan
nuestra compra, que se desquitan arrojando la barra separadora, que exigen el
dinero cuando ellas han escaneado a
cámara lenta, que no entienden de descuentos, ni de tarjetas y que además se la
suda... Por todo ello y porque me apetece desquitarme he escrito el siguiente
texto con 4 tipos de cajeras prototipo muy representativas de lo que me suelo
encontrar.
Evidentemente, estos ejemplos son una parodia para reírnos un rato. Hay gente estupenda trabajando en los supermercados y entiendo perfectamente que ellas también deben aguantar carros y carretas por parte de los clientes.
En base a mi imaginación sumado a algunos comentarios que se escuchan mientras haces cola he deducido "por encimilla" sus vidas y esto es lo que ha salido:
Evidentemente, estos ejemplos son una parodia para reírnos un rato. Hay gente estupenda trabajando en los supermercados y entiendo perfectamente que ellas también deben aguantar carros y carretas por parte de los clientes.
En base a mi imaginación sumado a algunos comentarios que se escuchan mientras haces cola he deducido "por encimilla" sus vidas y esto es lo que ha salido:
Encarnación,
también conocida como “Encannnnni”,
mujer de unos 50 años, un tipo de cuerpo
feo: caderas anchas, la barriga con el
mismo diámetro que la cadera y las tetas caídas. Cara arrugada y maquillaje
entre las arrugas, ojos perfilados, gafas finas con cordón dorado, pelo
permanentado y decolorado rubio semi platino, labios rojizos pintados por fuera
de los límites para aparentar que no tiene la típica boca de vieja sin
conseguirlo del todo. Por supuesto, el maquillaje es anaranjado en un tono muy
irreal y lleva hasta el escote ligeramente retocado.
Se sabe todas las teclas, todos los descuentos, tarjetas
etc, pero no es muy rápida, se toma el trabajo con calma, en su mente aparecen
las siguientes ideas: “Da igual a cuánta gente atienda, yo voy a cobrar lo
mismo” y “A mí me da igual la cola que se forme, a las 8 termina mi turno”.
Tiene por costumbre desquitarse reventando los yogures y se queda pensando en
sus cosas mientras pasa los productos por el escáner sin apenas mirar.
Si se encuentra con algún problema te manda a información o
a atención al cliente y si no, pues llama a la compañera en patines, pero
siempre sin perder la compostura ni mostrarse mínimamente nerviosa o preocupada
por la cola de carritos de 10 metros que le espera.
Encarni era la lista de la familia y triunfó colocándose de
cajera en el PRYCA, fue la envidia de familiares y vecinas, por tener siempre
un sueldo fijo y ganarse su dinerito, aunque también la criticaban por haberle endiñado los hijos a
su madre: La Manuela, eternamente afectada de la cadera y otros dolores, pero
Encarni sabía que tenía que trabajar porque Su Manolo no era muy espabilado y
se pasaba más tiempo entre la cola del inem y el bar de la esquina que
trabajando.
La Yoli:
Yolanda o “La Yoli”, mujer de unos 24 años cuerpo
con algo de sobrepeso especialmente en la tripa. Cara maquillada, pelo
engominado, enlacado y "emporqueriado" con todos los productos que puede comprar
con descuento de su supermercado. También usa tinte para ponerse el pelo algo más
claro y unas mechas platino, porque el platino que no falte... Pero eso era
antes, ahora casi blanco y lo justo de largo para hacerse el tupe con
relleno.
Lleva mucho maquillaje, el pelo recogido y unos prominentes
pendientes dorados (porque el dorado que no falte tampoco).
Se cree alguien porque de todas sus compañeras de clase es
la única que está trabajando, sus amigas están intentando colocarse en alguna
peluquería sin éxito y eso le hace sentirse superior, además, es una auténtica kinki,
verdulera, choni, merdellona y como tal, se dedica a contar su vida sentimental
a los cuatro vientos con su compañera, la de 4 cajas a la derecha.
Parece que no te mira, que incluso te desprecia, y en cuanto
te des la vuelta no dudará en comentar con su compañera cualquier detalle del
que se pueda reír.
Sus grandes frases son: “Ssinco con oshhenta y zei” o
“¿Taeta dia?” o “¿Quiere una borrrsa?” o “ayyy, ehto sa vuerto loco, Maryyyy yo
no sé, yo no ssé… ohú”.
La Loli:
La Loli,
aparenta unos 50 aunque nadie lo sabe a ciencia cierta, aún vive con su madre
que es la que le plancha el uniforme y la que consigue que se peine y se pinte
un poco los labios para intentar disimular lo indisimulable. Su cara podría
describirse como peculiar y/o Picassiana.
Lleva el pelo liso y medio muerto en su color natural que era
castaño oscuro y ahora con canas y calvas. Le cuesta mantener la boca cerrada,
no porque hable mucho sino por lo que podría ser un defecto en la mandíbula.
Todos especulan con el grado de deficiencia que tiene y con
el dinero que desgravará el supermercado X por tenerla contratada.
Tiende a liarla, especialmente cuando tiene que aplicar
algún descuento o meter códigos a mano por lo que los clientes fijos esquivan
su caja. Entra en crisis cada vez que pide 10,40 y un cliente paga con un
billete de 20 y monedas, jamás entenderá aquello de "Te doy 1 euro para el
pico y así me das un billete de 10€". Y por supuesto, es la más leeeenta
de todas.
La Bicho:
La Bichillo, de
nombre Rocío o Rossssio, 1,49 metros y menos de 40 kilos, morenita de pelo y piel
y mejor maquillada que todas las demás con bastante diferencia. Destaca por
odiar a la humanidad en general y al
trabajo en particular.
La Bichillo que cuando pasa un tiempo comienza a ser llamada
Bicho o Bicharraca creció con ínfulas de princesa, toda una vida de "Qué
bonita es mi Rossio" han hecho de ella un ser egocentrista, narcisista y
mala persona en general. Este hecho, ayudado por el físico de apariencia débil
que despertó en todos sus allegados un profundo sentimiento de protección, la
han convertido en la persona más perversa que haya conocido la humanidad disfrazada
de princesita pequeña y "dulce" de sonrisa más falsa que un billete
de 30€
Por supuesto, ella aspira a algo mejor, porque ser cajera le
parece indigno... El mundo le ha parecido injusto desde que dejó el instituto,
piensa que si hubiera justicia para todos en este mundo, La Loli estaría
recluida muy lejos y ella ya se habría casado con un hombre apuesto, rico y sobre todas las
cosas: calzonazos, para que la mantenga como ella merece. Pero mientras eso ocurre, si ella no es feliz nadie lo será... Y pagará sutilmente sus
frustraciones creando hematomas a tus frutas y utilizará sus uñas perfectas
para rasgar ligeramente los paquetes de harina, arroz, etc, y que te des cuenta cuando llegues a casa.
Y ya para terminar unas perlas que he encontrado por Intelné: